Escucho a lo lejos el clamor de los pueblos,
Escucho el eco y el resonar de sus quejidos,
Escucho el gemido de sus afligidos corazones
Que claman por la salvación de sus almas.
Hermanos, alistémonos en las misiones
Hay que llevarles las buenas nuevas de salvación
¿Acaso el Señor no nos llamó como sus
mensajeros?
Entonces acudamos a su llamado y proclamemos su evangelio.
¿Serás ciego, sordo y mudo, ante el clamor de
los pueblos?
¿Acaso dejaras que mueran en el pecado?
Serias capaz de dejarlos en las tinieblas
Sin conocer la Salvación que hay en Cristo
Jesús.
A lo lejos escucho el clamor de miles, si miles,
Buscando paz para sus atribuladas almas,
Ellos se postran suplicantes ante dioses paganos
Porque no saben que Jesucristo ya murió por
ellos.
El clamor de sus afligidas almas
Nunca las escucharán sus dioses muertos...
Mientras nosotros conocemos la gran verdad
¿Dejaremos que ellos mueran sin conocer esa gran
verdad?
¿Dejaremos acaso
que ellos no conozcan del amor de Cristo?
Dejaremos que cierren sus ojos para siempre
Privándoles eternamente del perdón para sus
pecados
Sin conocer el gozo de la Salvación en Cristo el hijo de Dios.
Hermanos, afuera de nuestras iglesias nos espera
un mundo adolorido
Un mundo sin paz, sin amor, sin gozo, sin
salvación para sus almas
Levantémonos de nuestras frías sillas y salgamos
a las Misiones
Afuera nos esperan los religiosos, los
escépticos, los violentos.
Que sufren día a día las precipitaciones de sus almas
En un eterno sufrimiento, sin paz y sosiego, sin
Cristo
Compartamos con ellos la gracia del perdón de los pecados,
De la Salvación de nuestras almas y la vida
eterna en Cristo Señor nuestro.
Julio Solórzano Murga
15/10/2016