La Biblia incluye muchas referencias al
matrimonio y la vida familiar – desde su origen y propósito y el significado
que Dios le dio, hasta la enseñanza de Cristo sobre el matrimonio y los hijos.
A continuación encontrará algunos pasajes
que le pueden ser de utilidad para su enriquecimiento personal o para reflexión
y discusión grupal sobre el tema del matrimonio y la riqueza de la vida
familiar.
Orígenes del matrimonio:
• Génesis 1: 26–31 La creación del hombre
y la mujer
Génesis 1 nos recuerda de dónde venimos y
a dónde vamos. Nuestro principio y nuestro fin están en el poder amoroso y
el cuidado de nuestro Creador. Dios nos ama tanto que hizo que los seres humanos
fueran la cima de la creación. Él reservó lo mejor para el final, así como el
mejor vino para las bodas de Caná. Más significativo que el ser la cima de
su creación es que la razón de nuestra dignidad y de nuestro valor como seres
humanos, es el haber sido creados a imagen y
semejanza de Dios.
¿Somos como Dios? ¿Cómo puede ser posible?
Dios en su bondad y misericordia infinitas creó al hombre y a la mujer
para reflejar Su imagen al mundo. Individualmente, y más aún unidos, el hombre
y la mujer se complementan y muestran al mundo la imagen de Dios. Dios es
amoroso, fiel y da frutos – los mismos atributos los encontramos en el
amor matrimonial. Dios nos hizo por amor para amar y ser amados.
• Génesis 2: 4–25 Segundo relato de la
creación del hombre y la mujer
• Génesis 2: 18 No es bueno para el hombre
estar solo; hagámosle una ayuda semejante a él
• Génesis 2: 24 Por eso el hombre deja a
su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos llegan a ser una sola
carne.
Génesis 2 revela el amor de Dios por la
creación. Dios le revela al hombre que necesita de otro ser para
complementarse. Al percatarse de esto y de que no existe nada en la creación
que pueda complementarlo, Dios creó a la mujer. Al verla el hombre se da
cuenta de que se le ha dado lo que necesita para acercarse a la plenitud,
una plenitud que sólo puede ser alcanzada en Dios.
La mujer complementa al hombre de
una manera única y que da vida a ambos. Juntos viven esta complementariedad
física, sicológica y emocionalmente en su esfuerzo para unirse más en el amor
del uno al otro y en el amor a Dios.
Dios provee para nuestras necesidades y
nuestros más profundos anhelos serán colmados por Él.
Enseñanzas sobre el matrimonio:
• Mateo 19: 3–12 Jesús habla del
matrimonio y el divorcio
• Marcos 10: 2–12 Lo que Dios ha unido no
lo separe el hombre
Jesús usa la frase “en un principio”
refiriéndose al plan de Dios sobre el matrimonio en respuesta a los
fariseos cuando le preguntaron sobre el divorcio. Este plan sobre el matrimonio
se encuentra en Génesis y es parte del orden natural de la creación; sin
embargo, el pueblo se alejó del plan que Dios tenía para ellos y para el
matrimonio. Jesús restauró el plan original del matrimonio: una unión
permanente y amorosa entre un hombre y una mujer. Este amor es para toda la
vida y da vida a quienes se han hecho una sola carne.
Jesús mostró que el matrimonio no era una
mera invención humana sino que existía una realidad más profunda en el hecho de
que, literalmente, dos personas se unieran. Ningún orden judicial puede
disolver esta unión.
En lo más profundo de nuestros corazones
todos deseamos que el amor perdure, que podamos tener la libertad de ser
nosotros mismos en y sabernos amados tal cual somos. Siendo seres humanos es
posible que nuestro amor nunca llegue a ser perfecto, pero el amor de Dios
siempre lo es.
• Efesios 4: 31–32 Desechen de entre
ustedes los enojos, perdónense
Por no amar perfectamente, como Dios nos
ama, tenemos que estar continuamente pidiendo perdón y perdonándonos los
unos a los otros. El matrimonio nos da la oportunidad de perfeccionar nuestro
amor cuando pedimos perdón a nuestro ser amado cuando le herimos; nos
esforzamos por vivir una vida de bondad y compasión aunque sabemos que no lo
haremos del todo bien y que tendremos que pedir perdón y perdonar también.
Perdonar no es fácil; no es simplemente cambiar de mentalidad, tampoco consiste
en olvidar el daño causado sino en considerar sinceramente lo que ha sucedido y
ofrecer al otro el perdón que nosotros mismos necesitamos. Dios siempre nos
perdona cuando honestamente buscamos ser perdonados.
Ninguna falta, ningún pecado, ninguna
acción sobrepasa Su capacidad de perdonar – buscar Su perdón es encontrar
la libertad.
• Efesios 5: 25–33 Maridos, amen a sus
esposas como Cristo amó a la Iglesia … es por esto que dejará a su padre y
a su madre para unirse con su esposa…
¿Cuánto amó Cristo a su Iglesia? ¿Se ha
preguntado esto alguna vez? Cristo amó tanto a su Iglesia que se entregó
completamente, y dejó que lo golpearan y masacraran su cuerpo hasta morir
por su amada esposa (la Iglesia). Esposos, ¿están ustedes dispuestos a morir
por sus esposas? Esposas, ¿harían ustedes lo mismo por sus esposos? Cristo
nos llama a amarnos unos a otros de modo que estemos dispuestos a morir…
esto es especialmente cierto en el matrimonio.
En el matrimonio debemos amar, querer y
animar a nuestro esposo o esposa para ayudarle a alcanzar la felicidad del
cielo; la meta de nuestro matrimonio no es meramente terrena, sino eterna.
Su matrimonio tiene ramificaciones eternas – ayudar al otro (y a los hijos que
se tengan) a llegar al cielo.
El hombre y la mujer en el
matrimonio son una sola carne, y como esposos
nutrimos esta relación entregándonos el
uno al otro y a nuestros hijos y superando nuestras tendencias egoístas;
esto no es fácil o natural pero puede hacerse con la gracia de Dios.