Obra de Extensión Huaura

18 marzo 2016








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 Mateo 19:14 
Versos Paralelos
La Biblia de las Américas
Pero Jesús dijo: Dejad a los niños, y no les impidáis que vengan a mí, porque de los que son como éstos es el reino de los cielos.
La Nueva Biblia de los Hispanos
Pero Jesús dijo: "Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a Mí, porque de los que son como éstos es el reino de los cielos."
Reina Valera Gómez
Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se los impidáis, porque de los tales es el reino de los cielos.
Reina Valera 1909
Y Jesús dijo: Dejad á los niños, y no les impidáis de venir á mí; porque de los tales es el reino de los cielos.
Biblia Jubileo 2000
Y Jesús dijo: Dejad a los niños, y no les impidáis de venir a mí; porque de los tales es el Reino de los cielos.
Sagradas Escrituras 1569
Y Jesús dijo: Dejad a los niños, y no les impidáis de venir a mí; porque de los tales es el Reino de los cielos. 
 Usadas con permiso.

Reina Valera Gómez (© 2010)

Dulce Oración




Mateo 6:5-15Reina-Valera Antigua (RVA)

Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en las sinagogas, y en los cantones de las calles en pie, para ser vistos de los hombres: de cierto os digo, que ya tienen su pago.
Mas tú, cuando ores, éntrate en tu cámara, y cerrada tu puerta, ora á tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto, te recompensará en público.
Y orando, no seáis prolijos, como los Gentiles; que piensan que por su parlería serán oídos.
No os hagáis, pues, semejantes á ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.
Vosotros pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
10 Venga tu reino. Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
11 Danos hoy nuestro pan cotidiano.
12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos á nuestros deudores.
13 Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal: porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.
14 Porque si perdonareis á los hombres sus ofensas, os perdonará también á vosotros vuestro Padre celestial.
15 Mas si no perdonareis á los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.

El Espíritu del Obrero de Dios


Hoy vemos el espíritu del obrero de Dios. Es de suma importancia que el espíritu de un obrero de Dios esté bien .... vamos a ver porque.

No estamos hablando del Espíritu Santo, sino el espíritu del ser humano. ¿Entraste en una casa alguna vez y sentiste que no había un buen espíritu – es decir, alguien estaba enojado, etc.? ¿O tuviste una charla con alguien y te diste cuenta enseguida que estaba enojado, amargado, frustrado o dañado? Asimismo, podemos decir que del otro lado de la moneda, hay momentos cuando hay tan buen “espíritu” en el ambiente que da gozo estar presente.

La Biblia nos enseña que en Caleb hubo otro espíritu (Números 14:24). Podemos hablar de lo que era este espíritu, en cambio quiero declarar lo queNO era este espíritu que Caleb tenía. El espíritu que Dios va a usar NO es un espíritu de:

1.     NO es un Espíritu de Cobardía
Sin duda, Caleb no era un cobarde, sino un hombre de gran fe. Cuando 10 de los 12 espías lloraron diciendo que no se podría tomar posesión de la tierra prometida, Caleb se paró firme creyendo que era posible – no tenía ni miedo ni cobardía.

II Timoteo 1:7 nos dice: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía”. Muchas veces el espíritu de cobardía entra en el ministerio: miedo a que no me vayan a aceptar, a que no les vayan a gustar mis ideas, miedo a intentar algo que me salió mal en el pasado, etc. El espíritu de cobardía es exactamente lo que el diablo quiere, es lo opuesto a la fe. La fe me hace creer y hacer algo que no puedo ver con mis ojos, en cambio la cobardía dice, “tranquilo, no hay apuro ni necesidad de hacerlo, asimismo no querrás salir lastimado o terminar mal”.

Miro mi propia vida y digo, “gracias Dios por haber sido fiel y haberme ayudado a empezar el ministerio cuando no tenía casi nada de ayuda económica y estaba recién casado. Gracias Dios por darme la fe para mudarme a dos países y creer que la gente iba a llegar a una iglesia que ni existía todavía.” Francamente, es fácil mirar atrás y decir gracias, pero es difícil tomar otros pasos de fe en el presente y creer que Dios puede hacerlo de nuevo. Muchas veces el espíritu de cobardía ha levantado su cabeza y me ha quitado las ganas de lanzarme en un nuevo ministerio o en terreno no pisado.

Queridos amigos, no permitan que el espíritu de cobardía frene la obra de Dios en sus vidas. Cuantas veces vemos que Cristo no pudo obrar en un lugar porque la gente no tenía fe. El espíritu de cobardía quiere que nos quedemos tranquilos y no avancemos. Mientras hay multitudes sin Cristo y muchas posibilidades para avanzar para Cristo, los obreros de Dios NO pueden permitir que el espíritu de cobardía les frene, no les permita avanzar ni ver la mano de Dios.

2.     NO es un Espíritu de Comparación
Cuantas veces somos culpables de compararnos entre nosotros – nuestros ministerios, familias, posiciones, influencias, etc. II Corintios 10:12 nos enseña que “… ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y comparándose consigo mismos, no son juiciosos.” La palabra juicioso significa actuar con madurez y cordura, entonces Dios nos dice que los que se comparan no actúan con cordura y madurez.

Cuando nos comparamos, sucede una de dos cosas, o salimos desanimados porque otro lo hace mejor o salimos orgullosos – pero ninguna de estas actitudes agrada a Dios.  El obrero desanimado no podrá avanzar por su estado anímico y el orgulloso no avanzará porque Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes.

El marido que compara a su esposa con otra mujer, nunca será feliz con su propia esposa. La persona que compara su nivel económico con otro nunca estará feliz con lo que Dios le de. El pastor que compara su iglesia con otra no puede ver las bendiciones que tiene de Dios. La comparación no edifica ni anima a nadie.

Si queremos que Dios nos use, no debemos tener un espíritu de comparación, en cambio debemos agradecer a Dios por lo que tenemos y ser diligentes en trabajar para ver mas fruto. Si nos comparamos a Cristo, quien es nuestro ejemplo, todos fallamos y todos tenemos lugar para trabajar.

Querido amigo y obrero en el servicio del Señor, te ruego que estés agradecido a Dios y seas diligente en trabajar para el Señor, no permitiendo que el diablo te destruya con un espíritu de comparación.

3.     NO es un Espíritu de Crítica
Lamento decir esto, pero la crítica sale de mi boca muy fácilmente. Ya sea la crítica de otro obrero de Dios, de un vecino, de gente en la iglesia o de quien sea, el espíritu de crítica no es de Dios.

Me molesta y aun me duele cuando otros hablan mal de mi o me critican, pero cuando critico a otros, soy culpable de lo que odio – la crítica. Veamos como el rey sabio, Salomón, nos dice: “Tampoco apliques tu corazón a todas las cosas que se hablan, para que no oigas a tu siervo cuando dice mal de ti; porque tu corazón sabe que tú también dijiste mal de otros muchas veces” (Eclesiastés 7:21-22). Como golpea a nuestro sentir este versículo, puesto que comienza con la instrucción de no dolernos cuando hablan mal de nosotros y concluye diciendo que nosotros no somos tan inocentes porque ya sabemos que hemos hablado mal de otros – ¡duele!

En sí, cuando critico, estoy pensando que soy mejor que la otra persona – cuando la Biblia me enseña de preferirnos los unos a los otros (Romanos 12:10) y de estimar “cada uno a los demás como superiores a él mismo” (Filipenses 2:3). Dios nos golpea tan duro que dice que nuestra critica contra nuestro hermano nos hace hipócritas (Mateo 7:5).

El espíritu de crítica está tan ocupado mirando a los demás que no tiene tiempo de mirar, evaluar y mejorar su propia vida y ministerio. Dios no quiere que nadie tenga un espíritu de crítica… ¡especialmente los obreros de Dios!

Dios bendice el espíritu de amor, no el de crítica. Dios bendice el espíritu de una buena actitud, de fe y de coraje, los otros espíritus no son bendecidos.

Como obreros de Dios, necesitamos la mano y bendición de Dios sobre nuestras vidas y ministerios … pero requiere que cuidemos nuestros espíritus.

Obrero de Dios, cuida tu espíritu para que Dios te puede usar como un instrumento escogido y útil en Su obra.


Para Servir,
Jeffrey Bush
     

¿Qué significa tener temor de Dios?


Pregunta: "¿Qué significa tener temor de Dios?"

Respuesta: 
Para un no creyente, el temor de Dios es temer el juicio de Dios y la muerte eterna, la cual es la separación eterna de Dios

(Lucas 12:5; Pero os enseñaré a quien debéis temer; Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar  en el infierno; si, os digo, a éste temed. 
 Hebreos 10:31).  ¡Horrenda cosa es caer en manos  del Dios Vivo!
 Para un creyente, el temor de Dios es algo muy diferente. El temor del creyente es el reverenciar a Dios.
 Hebreos 12:28-29 es una buena descripción de esto, “Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor.” Esta reverencia y admiración es exactamente lo que significa el temor de Dios para los cristianos. Este es el factor que nos motiva a rendirnos al Creador del Universo.

Proverbios 1:7 declara, “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová...” Hasta que comprendamos quien es Dios, y desarrollemos un temor reverencial hacia Él, no podremos adquirir la verdadera sabiduría. La verdadera sabiduría sólo procede del entendimiento de quién es Dios – que Él es santo, justo y soberano.

 Deuteronomio 10:12,20,21 dice, “Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma.” – “A Jehová tu Dios temerás, a Él solo servirás, a Él seguirás, y por su nombre jurarás. Él es el objeto de tu alabanza, y Él es tu Dios, que ha hecho contigo estas cosas grandes y terribles que tus ojos han visto.” El temor de Dios es la base para nuestro andar en Sus caminos; servirle y sí, amarlo.

Muchos tienen la tendencia de minimizar el temor de Dios de los creyentes, interpretándolo como “respetarlo”. Mientras que el respeto indiscutiblemente está incluido en el concepto del temor de Dios, es mucho más que eso. El temor bíblico de Dios para un creyente, incluye el entender lo mucho que Dios aborrece el pecado y temer Su juicio sobre éste – aún en la vida de un creyente. 

Hebreos 12:5-11 y habéis ya olvidado la exhortación  que como a hijo se os dirige, diciendo: Hijo mio,  no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él. ... 
Describe la disciplina de Dios hacia el creyente. Aunque es hecha en amor
(Hebreos 12:6), Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo.
Aún así es algo para temerse. Como hijos, el temor a la disciplina de nuestros padres se espera que prevenga las malas acciones. Lo mismo debe ser verdad en nuestra relación con Dios. Debemos temer Su disciplina y por lo tanto, buscar el vivir nuestras vidas de tal manera que lo agrademos.

Los creyentes no deben “tener miedo” de Dios. No tenemos razón para tenerle miedo. Tenemos Su promesa de que nada podrá separarnos de Su amor 

(Romanos 8:38-39).  Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo porvenir, Ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada, nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús  Señor Nuestro.
Tenemos Su promesa de que nunca nos dejará o desamparará (Hebreos 13:5).Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora;  porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré. 
 El temer a Dios significa tener tal reverencia por Él, que éste tenga un gran impacto en la manera en que vivimos nuestras vidas. El temor de Dios es reverenciarlo, someternos a Su disciplina, y adorarlo con admiración.

Cómo recibir poder de Dios



1 Corintios 4:20 " Porque el reino de Dios no es cuestión de palabras, sino de poder..."
Este artículo aborda el tema de la promesa, simple pero profunda, de recibir poder de Dios: su significado y cómo obtenerlo.
     Pasos

1
Lee las promesas que dio Jesús acerca de recibir poder de Dios. Se encuentran en Lucas 24:49: “Yo voy a enviar sobre ustedes la promesa de mi Padre; pero ustedes, quédense en la ciudad de Jerusalén hasta que desde lo alto sean investidos de poder” y en Hechos 1:8: “Pero cuando venga sobre ustedes el Espíritu Santo recibirán poder, y serán mis testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”.
2
Fíjate que en el verso de Lucas se asocia “poder” con “la promesa de mi (Jesús) Padre” ,y, en el de Hechos, se asocia “poder” con el envío del Espíritu Santo.
3
Fíjate en Hechos 1:4-5 Jesús identificó la promesa del Padre como el bautismo del Espíritu Santo para que veamos que el “poder” viene de la misma fuente: el bautismo (recibir)del Espíritu Santo. En Hechos 2:4, los discípulos recibieron poder cuando recibieron el Espíritu Santo; también hablaron en lenguas. En Hechos 2:38, Pedro nos dice cómo recibir poder indicándonos cómo se recibe el Espíritu Santo.
4
Para más información sobre cómo recibir este poder, el Espíritu Santo, visita Cómo recibir el Espíritu Santo según la Biblia.
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Consejos
Si bien el que recibe el Espíritu Santo recibe poder, todavía tiene que “pedir, buscar y llamar” para poder verlo en plenitud en su vida (ver Mateo 7:7-11)

Existen varios aspectos sobre el poder de Dios:

Romanos 1:16 No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para la salvación de todo aquel que cree: en primer lugar, para los judíos, y también para los que no lo son.
1Corintios 1:18 El mensaje de la cruz es ciertamente una locura para los que se pierden, pero para los que se salvan, es decir, para nosotros, es poder de Dios..
Sanar a los enfermos y hacer milagros en el nombre de Jesús:
Juan 14:12 De cierto, de cierto les digo: El que cree en mí, hará también las obras que yo hago; y aun mayores obras hará, porque yo voy al Padre.
Efesios 3:20 Y a Aquel que es poderoso para hacer que todas las cosas excedan a lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros,
Hechos 1:8 Pero cuando venga sobre ustedes el Espíritu Santo recibirán poder, y serán mis testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
1 Corintios 2:4 Ni mi palabra ni mi predicación se basaron en palabras persuasivas de sabiduría humana, sino en la demostración del Espíritu y del poder,
Gozarse en el Espíritu [1], ama a Dios y sirve a Jesús con todo tu corazón:
Romanos 15:13 ¡Que el Dios de la esperanza los llene de todo gozo y paz en la fe, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo!
2 Timoteo 1:7 Porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
Dar testimonio de Jesús y traer personas[2] al Señor:
Juan 2:23 Mientras Jesús estaba en Jerusalén durante la fiesta de la pascua, muchos, al ver las señales que hacía, creyeron en su nombre.
Hechos 8:6 Toda la gente escuchaba con atención lo que les decía Felipe, y oían y veían los milagros que hacía.
1 Tesalonicenses 1:5 Pues nuestro evangelio no llegó a ustedes solamente en palabras, sino también en poder, en el Espíritu Santo y con plena convicción. Ustedes bien saben que, cuando estuvimos entre ustedes, siempre buscamos su propio bien.
Dar testimonio de salvación Ejemplo de testimonio de salvación: pritma".
Romanos 1:16 No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para la salvación de todo aquel que cree: en primer lugar, para los judíos, y también para el griego.
1 Corintios 1:18 El mensaje de la cruz es ciertamente una locura para los que se pierden, pero para los que se salvan, es decir, para nosotros, es poder de Dios.



“Reconcíliate primero con tu hermano”

16 marzo 2016


I. Mateo 5:22, “Pero yo os digo que todo el que se enoja con su hermano será culpable en el juicio. Cualquiera que le llama a su hermano 'necio' será culpable ante el Sanedrín; y cualquiera que le llama 'fatuo' será expuesto al infierno de fuego. 
      El hermano enojado es capaz de usar lenguaje abusivo (“necio, fatuo”, etc.). Mata con palabras. Prov. 12:18, “Las palabras de algunos son como estocadas de espada”.
      1 Jn. 3:15, “Todo aquel que odia a su hermano es homicida”.

II. Mateo 5:23, 24, “Por tanto, si has traído tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces vuelve y ofrece tu ofrenda”.
      Sin duda, de todos los mandamientos de la Biblia, este es uno de los más ignorados y descuidados, como si no estuviera en la Biblia.
      El propósito principal de ofrecer sacrificios y ofrendas a Dios es para reconciliarnos con El. 2 Cor. 5:20, “en nombre de Cristo os rogamos: ¡Reconciliaos con Dios!”
      Pero antes de poder reconciliarnos con Dios tenemos que reconciliarnos con el hermano, porque Dios no acepta el servicio de su hijo que tenga enojo, malicia, amargura en el corazón y esté distanciado de su hermano.
      Nuestra relación con Dios depende de nuestra relación con el hermano. 1 Jn. 4:20, “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto.
      Desde luego, todos decimos, “Yo sí amo a mis hermanos”, pero si alguien dice, “Pero yo no aguanto al hermano Fulano y ni siquiera tengo ganas de saludarle bien”, ¿esto es amor?
      Esto nos recuerda de 1 Ped. 3:7, “vosotros, maridos, igualmente, convivid de manera comprensiva {con vuestras mujeres,} como con un vaso más frágil, puesto que es mujer, dándole honor como a coheredera de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no sean estorbadas.
      Es pensamiento alarmante que Dios no aceptara nuestra adoración. Como dice Amós 5:22, “Aunque me ofrezcáis holocaustos y vuestras ofrendas de grano, no los aceptaré”.
      Sal. 51:17, “Los sacrificios de Dios son el espíritu contrito; al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás”.
      En este caso de Mat.5:23, 24, me acerco a Dios para adorar pero me acuerdo que yo he ofendido a mi hermano; él tiene algo contra mí y debo buscarlo para reconciliarme con mi hermano.
      Porque Dios no acepta la adoración de hermanos peleados (enajenados, distanciados). ¡Hay que poner lo primero primero!

III. “Anda, reconcíliate…”
      Jesús no dice, “Espera hasta que tu hermano venga a ti”, sino “anda, reconcíliate con tu hermano”. Debe tomar la iniciativa. Debe buscar a su hermano ofendido y buscar la reconciliación con él.
      El pecado que nos separa del hermano también nos separa de Dios. Isa. 59:1, 2. Muchos de estos pecados contra Dios eran injusticias contra sus hermanos.
      Pero ¿cuántos miembros ofrecen culto a Dios semana tras semana sin obedecer este mandamiento? Llegan a la asamblea, cantan, oran, toman la cena, ofrendan, sabiendo que hay miembros que tienen algo contra ellos. A duras penas les saludan a ciertos hermanos, pero ofrecen su adoración a Dios como si estuvieran en perfecta paz. Dios no se engaña.

IV. Mateo 18:15-17, “Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve, amonéstale a solas entre tú y Él. Si Él te escucha, has ganado a tu hermano.  16 Pero si no escucha, toma aún contigo uno o dos, para que todo asunto conste según la boca de dos o tres testigos.  17 Y si Él no les hace caso a ellos, dilo a la iglesia; y si no hace caso a la iglesia, tenlo por gentil y publicano.
      “Por tanto” – se conecta con los versículos anteriores que hablan de la oveja descarriada porque todo hermano que peque es oveja descarriada y debemos tener corazón de pastor para rescatarlo.
      “Si tu hermano peca contra ti”. En Mat. 5:23, 24, uno es el ofensor y el hermano es el ofendido. En este texto el hermano es el ofensor y uno es el ofendido.
      En los dos casos, si uno es el ofensor o si es el ofendido, Jesús nos dice, “vé tu”, “anda tú”; o sea, en los dos caso uno debe tomar la iniciativa para buscar al hermano para reconciliarse con él.
      ¿Y el otro? Desde luego, lo mismo se aplica a él. En los dos casos él debe “ir”; o sea, los dos deberían encontrarse en el camino, cada uno buscando al otro.
      “Ve” – Aquí está el orden divino y es preciso – indispensable – que lo observemos. “Ve”. El pastor no espera que la oveja regrese a él, sino que sale a buscar la oveja descarriada;
      Entonces “ve” en lugar de esperar hasta que él venga a ti, aunque es cierto que él también tiene la misma obligación de ir y buscar a su  hermano (Mat. 5:23, 24).
      “Ve” en lugar de hablar de él a otros, y cada vez exagerando la ofensa,  para crear un partido de simpatizadores a favor de usted y en contra del hermano.
      Aquí cabe Sant. 3:5, “Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. ¡Mirad cómo un fuego tan pequeño incendia un bosque tan grande!”
      Aun la ley de Moisés.  Lev. 19:17, 18 enseñó sobre esto: “'No aborrecerás en tu corazón a tu hermano. Ciertamente amonestarás a tu prójimo, para que no cargues con pecado a causa de Él. 'No te vengarás ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo. Más bien, amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo, Jehová”.

V. Luc. 17:3, 4, “Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepiente, perdónale. Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento, perdónale”.
      “Ve” en lugar de murmurar contra él (Sant. 4:11) o quejarse de él (Sant. 5:9) y en lugar de contarlo a todo el mundo, menos a él.
      Mat. 18:15, “estando tú y él solos”. Esta es una de las enseñanzas más importantes  para nuestra relación con hermanos. Es una enseñanza completamente razonable, lógica y sana, pero lamentablemente es una de las enseñanzas más descuidadas e ignoradas.
      Pero hay miembros que no quieren obedecerlo. No les gusta. Mejor quejarse, murmurar o dejar la congregación para escapar del problema.
      ¿Por qué? Porque no aman al hermano. No tienen el valor necesario para hacerlo porque piensan que al hermano que debe ser exhortado no le va a gustar la exhortación y que, por eso, habrá reacción negativa y que todo será desagradable.
      Pero se siente ofendido y tiene quejas contra el hermano y por eso, desparrama el asunto por toda la iglesia. En tal caso este hermano, al igual que el otro, está mal. Es pecado desobedecer a Cristo, sea en cuanto al bautismo, la cena, nuevas nupcias o en este asunto.
      El resultado es que hay mucha inquietud en la iglesia. Se forman partidos y hay mucha murmuración. Es como una llaga con mucha infección. Causa tropiezos para nuevos miembros y para visitantes. Hacen burla los visitantes diciendo, “Somos mejores que los miembros”.

VI. “Has ganado a tu hermano”.
      Sí, es muy posible, pero el problema es que muchas veces parece que eso no es el deseo de la persona ofendida. No quiere reconciliación. Sólo quiere quejarse y denunciar al hermano. Quiere seguir semana tras semana, mes tras mes, alimentando su odio, orgullo y resentimientos.
      Rom. 13:14, “vestíos del Señor Jesucristo y no proveáis para los deseos de la carne”.  La carne tiene un apetito tremendo y el guardar resentimientos y mal humor hacia hermanos es puro deleite para la carne. Es sabroso como un bistec. Satisface como un refresco helado en día caliente.
      Gál. 6:1, “Hermanos, aun si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradlo en un espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”. Pero ¿es esto lo que queremos? ¿O nos da más satisfacción mantener la relación de enemistad y distanciamiento?
      Este plan divino es perfecto. Es un plan que funciona. Inmediatamente después de la ofensa, ir a solas con su hermano, y aunque hable con toda franqueza, hable también con amor, con humildad y mansedumbre con el sincero deseo de resolver el problema y tener paz.
      En la gran mayoría de los casos esto da buenos resultados. Pero el problema es que muchos simplemente no quieren buenos resultados.     
     
VII. Si el  hermano acepta su falta y pide perdón lo perdonamos.
      La Biblia no habla de razón alguna para no perdonar. No hay alternativa alguna. Los que rehúsen perdonar están sin Biblia y por eso no pueden encontrar apoyo alguno.
      Si el hermano pide perdón, no somos Dios para decir que este hermano no es sincero y que cuando pide perdón sus palabras son mentiras huecas, que se ha arrepentido y confesado faltas en el pasado y por eso no hay que tomar en serio lo que dice y no hay que perdonar.
      Si el hermano pide perdón, hay un solo curso de acción para nosotros: perdonarle.
      Si yo digo, “Pero yo sé que no es sincero, yo sé que no va a cambiar”, esto simplemente no es cierto. Yo no sé tal cosa. Yo sí sé lo que ha ocurrido en el pasado, pero no sé lo que pasará en el futuro, sólo Dios sabe eso.
      A veces la persona ofendida dice como me dijo hace tiempo una hermana de Weslaco, Texas, “Pero usted no entiende. No sabe lo que este hermano ha  hecho. No sabe cómo me ha ofendido”. Tales personas entienden la enseñanza de Jesús pero creen que su caso es diferente, es excepcional, y que por eso la enseñanza de Jesús no tiene aplicación en el caso suyo.
      O dicen “sí yo estoy dispuesto a perdonarle, pero después de seis meses o un año cuando haya dado plena prueba de haber cambiado”; es decir, lo estoy poniendo bajo “prueba”.
      En ese caso supongo que el hermano se hace a sí mismo como oficial y el hermano bajo prueba debe reportar a su oficial cada mes para dar evidencia de su buen comportamiento. Y si no es culpable de haber fallado la prueba, entonces después de seis meses o un año le perdona.
      El único problema con esto es que no hay Biblia para apoyar tal conducta. No hay texto alguno. ¿Saben por qué? Porque el hermano ofendido no es Dios para conocer el corazón del hermano que pida perdón.
      Si mi hermano me pide perdón yo tengo una sola opción: perdonarle. De otro modo, estoy cerrando la ventana del cielo en mi propia cara porque Dios no me perdona a mí si no perdono a mi hermano.
      Pero entonces se pregunta, ¿Cuántas veces debo perdonarle? Bueno, ¿cuántas veces le ha perdonado Dios? ¿No pedimos perdón cada vez que oremos a Dios? ¿Aun aquí en los servicios? ¿Estamos en serio o estamos nada más diciendo palabras? ¿Estamos jugando con Dios cuando pedimos que nos perdone?
      Mat. 18:21, 22,  “Entonces Pedro se acercó y le dijo: --Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí y yo le perdonaré? ¿Hasta siete veces?  Jesús le dijo: --No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete”.
      Si pedimos perdón cada día del año,  490 veces sería como por un año y poco más de cuatro meses. Un año es 365 días y 125 días son más de cuatro meses más.
      ¿Cuántos han perdonado a su hermano 490 veces? Pero Dios nos ha perdonado mucho más de las 490 veces porque eso sería apenas durante un año y cuatro meses.
      La enseñanza sencilla es que el perdonar no tiene límite, como no queremos que Dios nos ponga límite a las veces que El nos perdona.
      Entonces, después de perdonar  al hermano, si en el futuro él repite la ofensa, desde luego, le puedo exhortar porque debe hacer “obras dignas de arrepentimiento” (Hech. 26:20). Pero si vuelve a pedir perdón, yo tengo una sola opción: perdonarle de corazón.
      Si él no es sincero, Dios lo sabrá pero a mi no me toca juzgar su corazón. Yo no soy Dios para hacer eso.

VIII. “Si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra”.
      Desde luego, deben ser hermanos imparciales, hermanos neutrales, que escucharán objetivamente la acusación y la defensa.
      1 Tim. 5:20, 21, “A los que continúan pecando, repréndelos delante de todos para que los otros tengan temor.  21 Requiero solemnemente delante de Dios y de Cristo Jesús y de sus ángeles escogidos, que guardes estas cosas sin prejuicio, no haciendo nada con parcialidad”.
      Estos testigos le exhortan también porque el  propósito principal de llevar testigos es que esto preste más fuerza al intento de restaurar al hermano.

IX. “Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia”.
      Pero este  paso no es el primero sino el terceroLa iglesia no debe ser cargada con resolver problemas entre dos hermanos. Éstos deben tener el amor y el valor para resolver su propio problema.
      Casos de ofensa personal deben llegar a la iglesia solamente después de los primeros dos pasos. Esto significa que los primeros dos pasos han fallado y que el hermano que pecó es rebelde y obstinado y ha rechazado los esfuerzos del hermano ofendido y sus testigos.
      Muchas veces este orden de Dios no es respetado. La iglesia investiga y examina casos de hermanos peleados cuando el ofendido no obedeció Mat. 18:15 y 16. En tal caso los dos están mal, tanto el que pecó contra su hermano y también el hermano ofendido por no obedecer Mat. 18:15, 16.

Conclusión.
      Obedezcamos Mat. 5:23, 24; 18:15-17. Afecta la adoración (el culto). Si no obedecemos esto, es un estorbo para la iglesia. El problema se desparrama.
      Causa murmuración. Produce partidos. Provoca otras ofensas. A veces involucra miembros de otras congregaciones.
      Seamos pacificadores (Mat. 5:9). Busquemos la unidad por la cual Jesús oró (Jn. 17:21, 23). “Permanezca el amor fraternal” (Heb. 13:1).