El Pastor Armando Alducin predica en su sermón sobre el mal y porque Dios lo permite
La mayoría de la gente se pregunta: ¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Por qué se robaron mi carro? ¿Por qué se tuvo que morir mi hijo? Permíteme darte un ejemplo de la vida real: el dueño de una de las cadenas de televisión de noticias más grande del mundo, se casó con una ex actriz de cine. Este hombre iba a una iglesia cristiana-evangélica, como la mayoría de los norteamericanos. Cuando tenía diecisiete años de edad, su hermana fue diagnosticada con cáncer.
En sus memorias cuenta que clamó a Dios diciéndole: “Si tu eres Dios, sánala”. Dios no la sanó, y por eso, a los dieciocho años se hizo ateo. Se amargó contra Dios. Hasta la fecha, es uno de los hombres que más odia a los cristianos y a la Biblia en el mundo entero.
El rey Salomón fue un hombre muy rico también y lleno de tesoros; tuvo un trono de oro, miles de piedras preciosas, cientos de mujeres (esposas y amantes) y escribió: “No negué a mis ojos nada que mis ojos pudieran desear y después dije: Vanidad de vanidades es la vida. Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probara con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era vanidad. A la risa dije: enloqueces y al placer: ¿De qué sirve esto?" (Eclesiastés 2:1-2).
Salomón descubrió que nada en la vida (de todas las riquezas, bienes materiales, placeres y mujeres que tuvo) le satisfizo. Su corazón seguía estando vacío y tratando de encontrar el verdadero sentido y propósito para lo cual había sido creado. Pero al contrario del personaje de nuestro ejemplo anterior, Salomón pudo encontrar en Dios al final de su vida, la razón de su existencia y las respuestas que su alma necesitaba para comprender los caminos de Dios.
Así pues, podemos preguntarnos:
¿Por qué existen terremotos, huracanes, inundaciones, fenómenos naturales que se llevan y devastan a miles de seres humanos? Por ejemplo: los acto terroristas contra las Torres Gemelas de Nueva York donde se estrellaron dos aviones y murieron más de tres mil personas que estaban dentro de las dos torres, más los pasajeros y tripulación de los aviones.
Cuando mueren colectivamente miles de seres humanos, nos impacta oír que mueran juntos. Cuando hay un terremoto y se lleva a mil o dos mil personas nos impresiona. Sin embargo, nunca nos hemos detenido a pensar que de algún modo y algún día, ¡todas esas personas se tenían que morir! A diario se mueren millones personas en el mundo, aisladamente, y no nos damos cuenta.
La vida y la muerte están a diario a nuestro alrededor, pero lo que más nos impacta es cuando mueren colectivamente. Esto nos parece una tragedia. Hay niños que todos los días se están muriendo de leucemia, que mueren en los terremotos, familias enteras que mueren en inundaciónes.
Todos tenemos la misma cita con la muerte, pero lo que más nos afecta es que ¡se mueran al mismo tiempo! Todos nos tenemos que morir tarde o temprano. Eso no nos da la facultad de decirle a Dios cómo queremos morirnos.
Todos quisiéramos morir tranquila y quietamente, pero esto no sucede así, la mayoría de las veces.. Solo Dios sabe la hora y la manera en que cada ser humano va a enfrentar la muerte.
Solo estamos seguros que todo tenemos la misma cita con la muerte: “Pues está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27).
Desgraciadamente, no siempre podemos dar respuestas que satisfagan a las almas humanas que están atravesando por diferentes desgracias.
Pero, no faltan personas que usan todos estos argumentos y los esgrimen con términos filosóficos para negar la existencia de Dios.
A esas personas sí podemos darles respuestas, pues sus principales argumentos son los siguientes:
1. No puede exister un buen propósito para el sufrimiento. Si el sufrimiento existe, no puede haber algo bueno detrás de ello.
2. Un Dios bueno no tendría un buen propósito para permitir todas esas cosas malas.
No puede existir un Dios que sea bueno y permita lo malo.
Si existe Dios, ¿por qué permite el mal en el universo?
Un dios bueno no haría eso.
Hace algunos años sostuve un debate en el Canal Once del Instituto Politécnico Nacional con un ateo, quien me lanzó esos mismos argumentos para decir por qué no creía en Dios. Yo le respondí con estos puntos:
1. Necesitamos hacer una distinción entre nuestro conocimiento finito del propósito del mal y el propósito de Dios para permitir el mal.
Ningún ser humano puede decir: "Yo sé por qué sucedió eso", pues tendría que ser Dios para hacer esa aseveración. Como no se conoce la razón, se le atribuye a que es algo malo y entonces, se pelea contra Dios. Según este razonamiento, no puede haber algo bueno detrás de aquellas cosas que no entendemos. Tenemos que recordar que Dios es infinitamente más grande y más poderoso que nosotros, y por lo tanto, Él tiene propósitos infinitamente más sabios.
Otro problema es nuestra falta de paciencia, como mencionamos anteriormente. Nosotros quisiéramos que Dios nos explicara sus motivos ahora, pero El nunca contesta de esa manera o en el tiempo que querramos nosotros. Ahora bien, aunque no conozcamos el propósito de Dios, podemos descubrirlo a través de la revelación que Dios nos ha dejado en la Biblia: “Sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28).
Hace dos meses una muchacha se acercó a mi esposa y a mí y nos dijo: "Mi novio se fue. Yo fui buena con él y él se fue con mi mejor amiga. Dios sabía que yo lo quería y que nos íbamos a casar”. Mi esposa le dijo: "Sabes una cosa, te voy a dar un secreto: siempre que no entiendas lo que está pasando alaba a Dios, ¡alábalo! ¡No te imaginas el poder que está escondido dentro de la alabanza!
Alábalo y dile: Padre, no entiendo, pero solo se que tú lo permitiste. Yo no sé qué está pasando, en este momento no veo un propósito bueno, pero yo te alabo porque eres infinitamente sabio y sé que tienes algo mejor para mi vida".
Cuando tú entras con esta actitud en la presencia de Dios, demuestras que crees en El, pones en acción tu fe y Dios se agradará de ti. Espera en El, y El hará” . . Esta muchacha le habló a mi esposa meses después y le dijo: "Fíjese que un muchacho que conocí en un Seminario Bíblico, me ha pedido que si acepto ser su novia". Mi esposa le dijo: "Ya ves, ahora después de un tiempo entendiste lo que no habías podido anteriormente".
Esta jovencita descubrió que lo que creía que era malo, en realidad era una cirugía de Dios para quitarle un tumor que, posiblemente, le iba a hacer sufrir más adelante en su vida:
“El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con El todas las cosas?” (Romanos 8:32).
Muchas veces no podemos ver los propósitos de Dios al permitir que ciertas cosas sucedan, pero por esto no podemos asumir que no exista un buen propósito para algo solo porque no conocemos o no entendemos lo que tiene Dios detrás de ello. Esto es filosóficamente incongruente.
2. Algunos males nos traen mejores situaciones y mejores bienes.
Veamos un ejemplo bíblico: Si José no hubiera sido vendido por sus hermanos, no habría sido encarcelado por su pureza. Si no hubiera pasado esas cosas que al principio creía malas, no habría desarrollado el bendito hábito de no amargarse en la cárcel, de no amargarse contra sus hermanos y de mantener su confianza en Dios. Todas estas cosas "malas” que le sucedieron, formaban parte del programa de Dios para que él se llegara a ser, anos más tarde, el gobernador de Egipto. Solo así, toda su familia pudo evitar morirse de hambre.
Casi al final de su vida, José lo expresó con las siguientes palabras a sus hermanos:
“Ustedes pensaron mal contra mi, más Dios lo encaminó a bien…para mantener en vida mucho pueblo” (Génesis 50:20).
¿Quién es Dios?
Es el Dios que transforma en limonada los limones que nos avienta el diablo; es nuestro escudo, es el que detiene las flechas que nos quieren herir y lastimar.
Dios está controlando de todas aquellas cosas con las cuales el mundo nos quiere lastimar. El sufrimiento tiene un propósito maravilloso que contribuye a la formación del carácter:
“…nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que La tribulación produce paciencia” (Romanos 5:3).
Recordemos a Job: Perdió a su familia, su salud y todos sus bienes materiales,y por si fuera poco, ¡su esposa quejumbrosa se quedó con él! Yo estoy seguro de que Job hubiera querido decirle a Dios: “Señor, te la hubieras llevado a ella también”. Sin embargo, ¡Dios no se la llevó!
Detrás de todas esas cosas tragedias existen otras cosas maravillosas que nosotros, aparentemente, no podemos ver. Algunas personas creen que habría sido mejor para Dios haber creado seres humanos que no pecaran, pero esto es una imposibilidad teológica porque, como ya dijimos, no existiría la libertad. Claro que Dios sabía que las criaturas se iban a rebelar contra El; sabía que iban a abusar de la libertad que les confirió. El mal vino por el abuso de nuestra libertad, pero Dios lo permitió. En el libro de Job podemos encontrar algunas preguntas que Dios le hace al ser humano:
“¿Descubrirás tu los secretos de Dios? ¿Llegarás tú a la perfección del Todopoderoso? Es más alta que los cielos, ¿qué harás? Es mis profunda que el Seol, ¿cómo la conocerás? Su dimensión es más extensa que la tierra y más ancha que el mar” (Job 11:7-9).
Dios tiene secretos profundos y si hubiera algún ser humano que los conociera todos, ¡sería Dios! Por eso es que tiene que haber cosas escondidas que nosotros no comprendamos, ni entendamos, ni sepamos.
"Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios ¡mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley”(Deuteronomio 29:29).
Para que nuestra mente alcance la infinitud de la mente de Dios, tendríamos que ser dioses, y no lo somos. Esa perfección es más alta que los cielos, más profunda que el mar, su dimensión es más extensa que la tierra y más ancha que el mar: "Con Dios está la sabiduría y el poder, suyo es el consejo y la inteligencia" (Job 12:13).
¿Qué necesitamos para comprender la vida y el sufrimiento? ¿Qué necesitamos para entender por qué permite Dios el mal?... ¡Sabiduría!
Dios nos la puede dar porque es de Él. ¿Qué necesitamos para tener esa sabiduría?
“Ustedes pensaron mal contra mi, más Dios lo encaminó a bien…para mantener en vida mucho pueblo” (Génesis 50:20).
¿Quién es Dios?
Es el Dios que transforma en limonada los limones que nos avienta el diablo; es nuestro escudo, es el que detiene las flechas que nos quieren herir y lastimar.
Dios está controlando de todas aquellas cosas con las cuales el mundo nos quiere lastimar. El sufrimiento tiene un propósito maravilloso que contribuye a la formación del carácter:
“…nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que La tribulación produce paciencia” (Romanos 5:3).
Recordemos a Job: Perdió a su familia, su salud y todos sus bienes materiales,y por si fuera poco, ¡su esposa quejumbrosa se quedó con él! Yo estoy seguro de que Job hubiera querido decirle a Dios: “Señor, te la hubieras llevado a ella también”. Sin embargo, ¡Dios no se la llevó!
Detrás de todas esas cosas tragedias existen otras cosas maravillosas que nosotros, aparentemente, no podemos ver. Algunas personas creen que habría sido mejor para Dios haber creado seres humanos que no pecaran, pero esto es una imposibilidad teológica porque, como ya dijimos, no existiría la libertad. Claro que Dios sabía que las criaturas se iban a rebelar contra El; sabía que iban a abusar de la libertad que les confirió. El mal vino por el abuso de nuestra libertad, pero Dios lo permitió. En el libro de Job podemos encontrar algunas preguntas que Dios le hace al ser humano:
“¿Descubrirás tu los secretos de Dios? ¿Llegarás tú a la perfección del Todopoderoso? Es más alta que los cielos, ¿qué harás? Es mis profunda que el Seol, ¿cómo la conocerás? Su dimensión es más extensa que la tierra y más ancha que el mar” (Job 11:7-9).
Dios tiene secretos profundos y si hubiera algún ser humano que los conociera todos, ¡sería Dios! Por eso es que tiene que haber cosas escondidas que nosotros no comprendamos, ni entendamos, ni sepamos.
"Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios ¡mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley”(Deuteronomio 29:29).
Para que nuestra mente alcance la infinitud de la mente de Dios, tendríamos que ser dioses, y no lo somos. Esa perfección es más alta que los cielos, más profunda que el mar, su dimensión es más extensa que la tierra y más ancha que el mar: "Con Dios está la sabiduría y el poder, suyo es el consejo y la inteligencia" (Job 12:13).
¿Qué necesitamos para comprender la vida y el sufrimiento? ¿Qué necesitamos para entender por qué permite Dios el mal?... ¡Sabiduría!
Dios nos la puede dar porque es de Él. ¿Qué necesitamos para tener esa sabiduría?
- En primer lugar, tener a Cristo en el corazón.
- En segundo lugar, tener comunión con El a través de la Biblia.
- En tercer lugar, mantener una vida transparente, de santidad y de pureza en nuestro corazón.
Solo así, Dios nos revelará los secretos profundos de su conocimiento: “ El principio de la sabiduría, es el temor de Jehová” (Proverbios 1:7).
Vale la pena ser santos. "Con El está el poder y la sabiduría; suyo es el que yerra y que hace errar. El hace andar despojados de consejo a los consejeros, y entontece a los jueces".(Job 12:16-17).
Job se preguntó: “¿Mas dónde se hallara la sabiduría? ¿Dónde está el lugar de la inteligencia?"(Job 28:12).
¿En la Universidad de Harvard?
¿En los Montes del Himalaya o con los gurús?
¿Con el Dalai Lama?
¿Con Buda?
¿Con el Papa?
¿Con los filósofos griegos?
¿Dónde está la sabiduría?
No se encuentra en este planeta, ¡se encuentra en Dios! "No conoce su valor el hombre, ni se halla en la tierra de los vivientes" (Job 28:13). La Biblia nos revela que Cristo vino del cielo, que El es la verdad, el camino y la vida y que “en Él están encerrados todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento" (Colosenses 2:3).
"¿De dónde, pues, vendría la sabiduría? ¿Y dónde está el lugar de la inteligencia? Porque encubierta está a los ojos de todo viviente y a toda ave del cielo oculta".
¿Por qué contiendes contra El? Porque El no da cuenta de ninguna de sus razones" (Job 28:20-21; 33:13). Los ateos se seguirán rompiendo la cabeza contra la pared, pues jamás en lo finito de sus pensamientos comprenderán los caminos y los pensamientos de Dios, pues “sus pensamiento no son nuestros pensamientos, ni sus caminos son nuestros caminos” (Isaías 55:8-9).
Friedrich Nietzsche, el ateo alemán, escribió: "Dios está muerto”, pero al final de su vida, murió loco en un hospital psiquiátrico, y Dios ¡sigue aun vivo!
Jean Paul Sartre, el padre del existencialismo francés en los años sesenta, escribió los libros: “La nausea” y “El muro”. Estas son dos obras clásicas y famosas de de la literatura atea.
Lo irónico de su vida es que, antes de morir, dijo: “Toda mi vida me he dado cuenta de que esto es como un muro frente a mí que ya no puedo pasar”. ¡Reconoció su finitud intelectual!
Trató por medio de su mente finita darle respuesta a problemas que trascienden la capacidad humana. También escribió al final de su vida:
“Choco como contra una pared, y aunque yo se que Dios siempre me ha perseguido, muero desesperado porque sé que es demasiado tarde para buscarlo". (El Muro-Jean Paul Sartre). Así es la estupidez de creer que a través de nuestra mente, de suposiciones filosóficas, o de razonamientos, vamos a contender contra Dios y lo vamos a entender.
“He aquí que Dios es excelso en su poder. ¿Qué maestro es semejante a Él? ¿Quién le ha prescrito su camino? ¿Quién le dirá que ha hecho mal?” (Job 36:22-23).
El libro de Job nos habla de todas estas cosas, pues a través de todos sus sufrimientos nos revela todos estos secretos de la sabiduría de Dios. Gracias a su paciencia y a su confianza pudo comprender, finalmente, la razón por la cual Dios había permitido que todas estas cosas sucedieran en su vida. A pesar de no tener respuesta inmediata del Señor, confesó su esperanza en Dios con estas palabras:
“Yo sé que mi Redentor vive y al fin se levantará del polvo, y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios….aunque mi corazón desfallece dentro de mi” (Job 19:25-27).
¿Qué es lo que nos enseña el libro de Job?
La fe ante lo desconocido.
David escribió: "En el día que temo, en ti confío”.Toda nuestra vida debe ser de confianza en Dios. Debemos decirle: "No entiendo Señor, pero sé que si tu lo hiciste, no necesito entenderlo, sino confiar. Solo te pido, dame tu paz”.
Con su paz atravesaremos los valles de sombras y de muerte.
''Además, respondió Jehová a Job, y le dijo: ¿Es sabiduría contender con el omnipotente? El que disputa con Dios, responda a esto. Entonces respondió Job a Jehová, y dijo: He aquí que yo soy vil; ¿qué te responderé?” (Job 40:1-4).
Finalmente, Dios comienza a revelarle a Job todas las cosas que no podía entender:
"Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de ti. ¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento? Por tanto, yo hablaba lo que no entendía, cosas demasiado maravillosas para mi, que yo no que si tu lo hiciste, no necesito entenderlo, sino confiar. Solo te pido, dame tu paz”.
Con su paz atravesaremos los valles de sombras y de muerte.
''Además, respondió Jehová a Job, y le dijo: ¿Es sabiduría contender con el omnipotente? El que disputa con Dios, responda a esto. Entonces respondió Job a Jehová, y dijo: He aquí que yo soy vil; ¿qué te responderé?” (Job 40:1-4).
Finalmente, Dios comienza a revelarle a Job todas las cosas que no podía entender:
"Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de ti. ¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento? Por tanto, yo hablaba lo que no entendía, cosas demasiado maravillosas para mi, que yo no comprendía"
(Job 42:2).
Este es el resumen de la historia humana. Los filósofos y los ateos hablan cosas que ni ellos entienden. Tratan de competir y de retar a Dios diciéndole: "Te equivocaste en todo lo que hiciste, porque si yo me hubiera sentado en tu trono lo habría hecho mejor”.
¡Se creen que hubieran podido hacer un mundo mejor!
¡Se creen mejores, más buenos y más misericordiosos que Dios!
¡No saben lo que dicen!
Por eso dice la Biblia, que cuando nosotros confiamos en el Señor, El es fortaleza en el tiempo de nuestra angustia.