El yugo desigual

09 diciembre 2017

Reconociendo las tendencias negativas

Por Jaime Mirón
«Por qué no puedo casarme con mi novio?
Admito que es agnóstico pero es de una buena familia, tiene muy buenos principios morales, es muy respetuoso y tiene una excelente trayectoria?» me preguntó una muchacha cristiana. Uno de los problemas más agobiantes en la Iglesia en todo el mundo es el yugo desigual, es decir cuando un cristiano forma un matrimonio o aun un noviazgo con una persona que no es de Cristo. La elección de su pareja es de vital importancia porque la decisión marcará el resto de su vida. 
Recientemente un joven sudamericano nos escribió esta contestación a una carta de consejo: «Sus consejos me son muy útiles y me dan paz respecto a si voy a seguir o no con mi novia. Lo único que no estoy de acuerdo es que no le parezca que una persona creyente se case con una no creyente, pues en uno de los libros del Nuevo Testamento dice que si su pareja es incrédula no la abandone pues puede que salve un alma». 
¿Cómo podemos contestar a estas personas y a los miles de jóvenes con las mismas inquietudes, mostrando misericordia y al mismo tiempo siendo leal a las Escrituras? Dios nos dio la Biblia como nuestra autoridad para contestar cuestiones difíciles y no tenemos que depender de nuestras propias ideas, sentimientos o emociones.
En 2 Corintios Pablo nos da una orden (no una sugerencia) y luego hace una seria de preguntas: «No os unáis en lazo con los infieles, pues ¿qué asociación tiene la justicia y la iniquidad o qué comunión tiene la luz con las tinieblas? o, ¿qué armonía tiene Cristo con Belial, o qué tiene en común un creyente con un incrédulo?» (2 Co. 6:14-15). La mayoría estamos de acuerdo en que el matrimonio entre un cristiano y un inconverso está terminante¬mente prohibido por Dios. Todo creyente que contrae nupcias con una persona fuera de la familia de Dios, puede estar seguro de que está actuando contra la voluntad del Señor, cualesquiera que sean las circunstancias. Sin embargo, no estamos tan seguros del ... por qué.
Un día, me encontré con una joven que años atrás había sido parte del grupo juvenil que mi esposa y yo habíamos dirigido en Guadalajara, México. Me explicó que cuando era miembro del grupo de jóvenes pensaba que Dios no tenía otra cosa que hacer entonces decidió prohibir el casamiento entre un hijo de Dios y un inconverso. Con lágrimas en los ojos me confesó que ahora sí entendía por qué Dios prohibe el matrimonio desigual. Sobretodo es para la felicidad de sus hijos.
Al contraer matrimonio las dos partes llegan a ser «una sola carne» (Ef. 5:31; Gn. 2:24). La frase «una sola carne» expresa antes que nada la relación sexual dentro del matrimonio. Pero el sentido comple¬to se desarrolla más ampliamente con el correr de los años. El matrimonio es un enlace que involucra no solamente el cuerpo, sino también el alma y el espíritu.
La Biblia prohíbe el matrimonio mixto entre creyentes e inconver¬sos porque no es posible desarrollar en forma plena la verdad de «una sola carne». No se puede unir el espíritu viviente del creyente y el espíritu muerto (sin Cristo) del inconverso. No hay ni habrá comunión espiritual (2 Co. 6:14,15). Por lo tanto, la comunicación se realiza solamente a nivel del «alma», la sala de controles de quien no conoce a Cristo.
Sin embargo cualquier padre, pastor o consejero que ha tenido que lidiar con una persona locamente enamorada de una persona inconversa sabe que existe un «amor» tan fuerte que está seguro de que su situación particular no está contemplada en la Biblia y abundan las razones y excusas. Vamos a suponer que la mujer es la creyente. 
«No hay jóvenes cristianos de mi edad en la iglesia». 
«El es mucho mejor que la mayoría de los creyentes que conozco». 
«Mi novio está de acuerdo en que nos casemos en la iglesia evangélica». 
«He visto otros matrimonios que empezaron así y dio muy buen resultado». 
«El no será estorbo para mi vida espiritual». 
«Me dice que se va a convertir después boda». 
«Me permitirá llevar a nuestros hijos a la Escuela Dominical» 
«Tengo que casarme con él porque hemos tenido relaciones sexuales».
Como hemos mencionado, bajo cualquier circun¬stancia es pecado casarse con un incrédulo. Un cristiano por consiguiente está incapacitado para implorar la bendición de Dios sobre ese matrimonio. 
En cuanto al argumento de que no hay jóvenes cristianos en la iglesia, quisiera aclarar tres puntos: a) Los solteros tienen que creer y confiar en las promesas del soberano Dios. «Mis ojos están puestos en ti. Yo te daré instrucciones, te daré consejos, te enseñaré el camino que debes seguir. No seas como el mulo o el caballo, que no pueden entender y hay que detener su brío con el freno y con la rienda, pues de otra manera no se acercan a ti» (Sal. 32:8-9 VP). b) Uno no está siempre limitado a los muchachos de su propia iglesia. Una excelente manera de conocer a chicos creyentes es en las actividades y campamentos interdenominaciones. c) Es mejor no casarse que casarse en contra de la voluntad de Dios. La soltería es una opción bíblica (1 Co. 7). 
Personalmente, no acepto la escapatoria de que los inconversos son « mejores que los creyentes». O algo anda mal con los jóvenes cristianos de esa iglesia (quizá no sean verdaderos cristianos), o el amor ha cegado los ojos de la parte interesada.
Es sorprendente que hay personas que todavía piensan que Dios le da la bendición a un yugo desigual con tal que se casen en la iglesia. No importa en qué iglesia se casen; si uno de los novios no es creyente en Cristo el casamiento sigue siendo desobediencia.
En cuanto al argumento de que existen matri¬monios mixtos exitosos, o bien que el inconverso se convierte al Señor después de la boda, lo que ocurrió con Fulano o Mengano no puede sentar precedentes y permitirme actuar de la misma manera. Mi fundamento es la Biblia, y allí claramente se afirma que tal unión es pecado. Más aun, por cada caso que por la misericordia de Dios ha resultado exitoso, cualquier pastor podrá mencionar 50 otros con resultados nefastos. Es más, hemos visto que gran la mayoría de los inconver¬sos que se casan con cristianos, nunca se convierten al Señor.
Existe una predilección de mandar al altar a una pareja que ha tenido relaciones íntimas. El matrimonio autoriza las relaciones sexuales, pero el mero hecho de tenerlas o haberlas tenido no equivale a estar casado ni a que deba casarse con la otra parte. A primera vista Deuteronomio 22:28 quizá dé la idea de que una pareja de novios que cometen fornicación se deben casar y «relaciones sexuales igualan al matrimonio». Sin embargo, este pasaje no trata el caso de una pareja de novios que consienten en tener relaciones íntimas. Por aquel pecado a la pareja le esperaba ser apedreada (Dt. 22:13-24). Sino más bien se trata de una violación y el Antiguo Testamento en su intento de proteger a la mujer violada (nadie se casaría con ella) manda que el hombre se case con ella.
Cuando uno de los novios es inconverso he descubierto que un obstáculo es el testimonio del creyente. El hecho de que él o ella esté saliendo con un inconverso, da testimonio de que algo anda mal en su vida espiritual. Una linda muchacha que trabajaba en una de nuestras oficinas salía con un chico incon¬verso. Su padre, anciano de una iglesia evangélica, habló con ella; otro hombre de la iglesia le advirtió del error; yo le hablé y un compañero de nuestro equipo también la aconsejó. La joven sin embargo no nos quería escuchar. «¡Qué importa, si no pienso casarme con él!» Le indiqué que si era el caso, estaba perdiendo el tiempo, tal como dice Jeremías: «Cavaron para sí cisternas rotas que no retienen agua» (2:13). No importa cuánta agua uno eche en una cisterna rota, no la retendrá, así que hacerlo es perder tiempo, esfuerzo y energía. Lo mismo sucede en una relación no bíblica—uno está echando agua pero la cisterna está rota. A pesar de todos los consejos, ella seguía de novia con con ese muchacho. Un día el novio de nuestra secretaria por pura curiosidad entró en una carpa donde predicaban el evangelio. Se sentó, escuchó el mensaje y al terminar pasó al frente para recibir al Señor. Esto nada tuvo que ver con el testimonio de la muchacha. Después de comprender todas las impli¬caciones de la decisión que había tomado, el joven terminó con su novia. Su explicación fue: «No quiero andar con una chica que, siendo cristiana, estaba de novia con un inconverso—aunque el inconverso haya sido yo». La última vez que oí hablar de ellos, el muchacho caminaba fiel al Señor y ella se había casado con otro inconverso porque esperaba familia. 
Aunque podemos tener muchos amigos, hay diferentes niveles de amistad.
a. Los conocidos. La relación se caracteriza por un contacto ocasional a nivel superficial. Es un trato a nivel general, que se da tanto con creyentes como con inconversos.
b. La amistad ligera. Este tipo de relación está basada en intereses o actividades comunes con vecinos, compañeros de trabajo, de escuela, etc. En este grado también podemos hacer amistad con personas cristianas e inconversas. Como sucede en el primer caso, nos brinda una buena oportunidad de evangelizar con nuestra vida y palabra a las personas que no conocen a Cristo.
c. La amistad familiar o de confianza. Esta rela¬ción se basa en los propósitos y metas de la vida que haya en común. Este nivel está cimentado en una amistad más profunda. Tal profundidad en la relación debe darse entre cristianos. Esta amistad podría conducir a los primeros pasos del noviazgo.
d. La amistad íntima. Es un compromiso espiritual muy profundo, de discipulado recíproco. En tal relación existe la libertad de corregirse mutuamente. Hay confianza total, y el propósito es desarrollar el carácter de Cristo. Idealmente aquí se incluyen las últimas etapas del noviazgo y el matrimonio. Los problemas surgen cuando invitamos a amigos inconversos a compartir una profundidad de nuestra vida que ellos realmente no pueden compartir porque no son hijos de Dios.
Algo que pasa a menudo es que el novio inconverso alega convertirse a Cristo. Ello no es señal de que necesariamente deban marchar al altar. Los dos tendrían que conocerse como creyentes, y el nuevo en la fe necesitaría tiempo para exhibir «frutos dignos de arrepentimiento» (Lc. 3:8) y crecer espiritualmente. Porque mucha veces se convierte a su novia o a su religión y no a Cristo.
Para el creyente ya envuelto en un yugo desigual, el siguiente paso es deshacer este noviazgo no bíblico. A veces no es tan sencillo romper aun el compromiso más superfi¬cial. Está la presión de los padres; el «no puedo vivir sin ella» del novio y la vergüenza ante familiares, quizá inconversos, que no entienden las normas bíblicas que gobiernan el matrimonio. Un noviazgo roto dejará un gran vacío en el corazón de los dos, pero con el tiempo ese creyente conocerá el gozo profundo que Dios da a los que le obedecen (1 Juan 3:22-24; 5:2,3).
Los líderes de la iglesia a esta altura tienen una seria responsabilidad para con el joven que rompió el noviazgo. Deberán instruirle sobre cómo reha¬cer su vida según los preceptos bíblicos, para que este problema no vuelva a suceder con esa persona ni con los demás jóvenes de la iglesia. Sugiero estudios sobre temas bíblicos en el grupo juvenil: ¿Cómo conocer la voluntad de Dios? ¿Con quién me casaré? ¿Qué es el verda¬dero amor? ¿Cómo prepararme para el matrimonio cristiano? ¿Cómo comportarse durante el noviazgo? ¿Cómo encontrar un compañero cristiano? El lugar de los padres en el proceso de elegir la pareja.
Otro problema se presenta cuando los novios insisten en casarse a pesar de los consejos de los líderes espirituales de la iglesia. ¿Debe el pastor celebrar tal boda? Por lo general, cuando un pastor decide llevar a cabo la ceremonia en estas condiciones, sus razones son: 1) temor de perder la oportunidad de evangelizar al cónyuge inconverso después de la 2) temor de que a pesar de todo los jóvenes vayan a otra iglesia; 3) temor a perder la membresía de la familia del novio cristiano. Es preciso que la iglesia conozca la postura del pastor en cuanto a este asunto, a fin de apoyarlo, y para que él no tenga que delinearla por vez primera bajo la presión de una crisis.
Para terminar quiero presentar una carta que recibí recientemente de una señora en Argentina. 
«Hace doce años que estoy casada. Pero antes de casarme le había pedido consejo sobre mis relaciones con mi novio inconverso. Usted me respondió y me aconsejó enviándome las citas bíblicas para que yo pudiera leer lo que el Señor quiere para sus hijos. El resultado por no obedecer es triste y lamentable, dos vidas frustradas. Vivimos juntos, pero nuestros caminos no pueden ser iguales, ni nuestros deseos, ni nuestros anhelos, ni las distracciones, etc., tal como usted lo dice en su carta. Espero que mi testimonio sirva para que todos los jóvenes cristianos escuchen la voz del Señor por medio de sus sabios consejos, y puedan ser felices en sus matrimonio

Las siete deficiencias de las citas amorosas


Reconociendo las tendencias negativas
Por Joshua Harris
(Nota del editor: La palabra en inglés dating describe la costumbre norteamericana de salir con varios chicos o chicas con miras a encontrar el futuro cónyuge –o bien para divertirse. Cada región en la América Latina tiene su propia expresión para especificar esta práctica que ha descendido a la América Latina en los programas de TV y las películas. En Paraguay uno «está de festejo» o «está festejando». En Chile es el «pololeo». Este fascinante artículo, escrito por un norteamericano, ha observado las deficiencias y los peligros del sistema de dating o como el autor dice, «las citas amorosas a corto plazo» y nos quiere mandar una fuerte advertencia. En el futuro cercano el CB nos ofrecerá alternativas al sistema de citas a corto plazo.)
Cuando yo era niño, mi madre me enseñó dos reglas necesarias al ir de compras al mercado. La primera: nunca vayas cuando tengas hambre –todo te parecerá exquisito y por lo tanto gastarás más dinero de lo debido. Y la segunda regla: asegúrate de elegir un buen carrito donde poner los alimentos.
He podido dominar la primera regla, pero no he tenido mucho éxito con la segunda. Soy un experto en elegir carros oxidados que hacen demasiado ruido, o que las ruedas le chillan tanto que te hacen parar los pelos de punta.
De todos los carros malos que puedas escoger, el peor es el «descontrolado». Este tipo de carrito parece tener voluntad propia. Cuando deseas ir hacia adelante, el carrito insiste en virar a la izquierda y chocar con la exhibición de Coca Cola. El cliente que elija un «descontrolado» no puede estar en paz —la voluntad del cliente contra la voluntad del carrito.
¿Por qué les estoy hablando sobre los carritos en el supermercado cuando este artículo es sobre las citas amorosas y el noviazgo? Pues traigo a la memoria mi mala suerte con los carritos de compra, porque en 
muchas ocasiones he tenido una lucha de voluntades similar en el noviazgo. No me refiero a conflictos con las chicas con quienes he salido. He luchado con todo el proceso como tal.
En base a mis experiencias y a lo que he estudiado en la Palabra de Dios, he llegado a la conclusión de que para el cristiano, las citas románticas son como el carrito descontrolado —un sistema de valores y actitudes que quieren ir en dirección diferente a la que Dios ha trazado para nosotros. Permíteme explicarte por qué.
El dominio propio no es suficiente
En cierta ocasión escuché a un pastor de jóvenes disertar sobre el tema del amor y el sexo. Contó una conmovedora historia sobre Eric y Jenny, dos jóvenes cristianos maduros que habían estado muy activos en su grupo juvenil unos años atrás. La relación entre Eric y Jenny había comenzado de manera muy inocente —ir al cine los viernes por la noche y caminatas en el parque. Pero a medida que pasó el tiempo, su relación física comenzó a acelerarse cada vez más, y terminaron durmiendo juntos. Poco tiempo después desanimados y heridos, decidieron romper con la relación.
El pastor que relataba la historia, se encontró con ellos unos años más tarde durante una reunión estudiantil. Jenny estaba casada y tenía un hijo; Eric estaba soltero. Sin embargo, ambos se acercaron al pastor por separado, y expresaron estar atravesando por un trauma emocional y luchando con sentimientos de culpa por los recuerdos del pasado.
Cuando el pastor terminó de contar la historia, no se escuchaba ni el más mínimo sonido. Todos se quedó esperábamos recibir algún tipo de solución. Todos conocíamos la realidad de la historia que acababa de relatar. Algunos habíamos cometido el mismo error o lo habíamos visto en las vidas de nuestros amigos. Todos estábamos deseando algo mejor, esperábamos escuchar del pastor lo que debíamos hacer, que nos diera una alternativa.
Pero esa tarde no nos ofreció otra alternativa Evidentemente él pensó que el único error que la pareja cometió fue ceder a la tentación, que deberían haber tenido dominio propio. Aunque el pastor nos alentó a considerar un resultado diferente —reservar el sexo para el matrimonio— en realidad no nos ofreció una práctica diferente.
¿Es esta la respuesta que necesitamos? ¿Comenzar en el mismo camino en el cual tantos otros han caído, con la esperanza de que en ese momento crítico, puedas desarrollar la habilidad de controlarte? Darles a los jóvenes este tipo de consejo es como darle a un individuo un carrito que está descontrolado, y enviarlo a una tienda llena de las más preciadas exhibiciones de cristal. ¿Podríamos esperar que la persona conducirá el carrito entre los pasillos, cuando realmente sabemos que siempre se sale del camino? Me parece poco realista.
Sin embargo, esto es exactamente lo que pretendemos en muchas de nuestras relaciones. El sistema americano de citas amorosas tiene problemas en su concepción. Es posible que las intenciones de Eric y Jenny fueran buenas, pero fundamentaron su relación de acuerdo a las actitudes y patrones poco saludables respecto al romance que se encuentran en nuestra cultura Lamentablemente continúan pagando las consecuencias aún cuando son adultos.
Los siguientes siete hábitos de las citas que no son saludables representan algunos de los desvíos repentinos que a menudo ocurren en los noviazgos. Quizá te puedas identificar con uno o dos de estos hábitos.
1. El noviazgo te lleva a la intimidad, pero no necesariamente al compromiso.
Jazmín era una estudiante de tercer año de la escuela secundaria. Su novio Tomás, era estudiante de cuarto año. Él representaba todo lo que Jazmín jamás deseó en un chico, y por espacio de ocho meses eran casi inseparables. Pero dos meses antes que Tomás se fuera a la universidad, le dio a Jazmín la repentina noticia de que ya no quería ser su novio.
Me contó Jazmín: —Terminar con Tomás, fue fue la cosa más difícil que jamás me había sucedido. A pesar de que en su relación física nunca hicieron nada aparte de besarse, Jazmín le había entregado su corazón a Tomás por completo. Él había disfrutado de la intimidad dentro de la relación mientras sus necesidades fueron atendidas, pero cuando llegó el momento de comenzar una nueva etapa en su vida, entonces rechazó a Jazmín.
¿Te suena familiar esta historia? Quizá has escuchado una historia similar de algún amigo, o tal vez la experiencia haya sido personal. Al igual que muchos noviazgos, Jazmín y Tomás, participaron de su intimidad sin haber pensado en el compromiso, o de qué manera ambos serían afectados al terminar la relación.
Le podríamos echar la culpa a Tomás por ser tan descarado, pero debemos primero hacernos una pregunta: ¿cuál es la verdadera intención detrás de la mayoría de los noviazgos modernos? A menudo estas relaciones alientan la intimidad la intimidad por sí misma, dos personas se unen sin la más mínima intención de establecer un compromiso a largo plazo.
Profundizar la intimidad sin profundizar el nivel de compromiso es muy peligroso. Muchas personas que experimentan profundo dolor al exponerse y hacerse vulnerables emocional y físicamente, sólo para ser abandonados por otros que dicen no estar preparados para establecer un compromiso más serio y formal.
La intimidad es una experiencia hermosa la cual Dios desea que disfrutemos. Pero Dios quiso que la intimidad sea el resultado de un compromiso basado en el amor. Quizá pienses que la intimidad entre un hombre y una mujer no es nada más que la decoración de un pastel de una relación que se dirige hacia el matrimonio. Si consideramos la intimidad desde este punto de vista, entonces la gran mayoría de los noviazgos modernos son pura decoración. Por lo general carecen de propósito o de un destino definido. En la mayoría de los casos, especialmente entre los adolescentes, el relación es a corto plazo y satisface las necesidades del momento. Las personas salen juntas porque anhelan disfrutar de los beneficios emocionales y aun físicos de la intimidad, sin la responsabilidad de un verdadero compromiso.
Es importante reconocer que este tipo de noviazgo no siempre ha existido. Veo las citas y el noviazgo a corto plazo, como el producto de la cultura americana la cual es motivada por todo lo que es entretenimiento y donde todo es desechable. Años antes de que la revistas populares comenzaran a ofrecerles a los adolescentes consejos sobre el noviazgo, las cosas eran completamente diferentes.
A principios del presente siglo veinte, un chico y una chica se involucraban románticamente sólo si estaban planeando casarse. Si un joven visitaba con frecuencia la casa de una joven, los familiares y amigos suponían que su intención era proponer matrimonio. Sin embargo, los cambios de actitud en la cultura trajeron cambios radicales. Las nuevas reglas dieron a las personas la oportunidad de darle rienda suelta a todas las emociones del amor romántico, sin la más mínima intención de casarse. El amor y el romance llegaron a convertirse en cosas que la gente podía disfrutar sólo por su valor recreativo.
Para los cristianos, este desvío brusco y negativo es la raíz de los problemas en el noviazgo. La intimidad sin compromiso despierta los deseos —emocionales y físicos— que en la pareja, ninguno de los dos pueden suplir correctamente. En 1 Tesalonicenses 4:6, la Biblia se refiere a esto como «defraudar» o engañar a alguien al elevar las expectativas de lo que puede ser, y no cumplir con lo prometido.
2. El noviazgo a corto plazo tiende a pasar por alto la etapa de la amistad.
Javier conoció a Lily en un retiro de la iglesia. Lily era una chica amigable, y gozaba de la reputación de tomar su relación con Dios muy en serio. Javier y Lily entablaron una conversación durante un juego de voleibol, y se estableció una amistosa relación. Javier no estaba interesado en una relación profunda, pero sí deseaba conocer mejor a Lily. Dos días después del retiro, la llamó y le preguntó si le gustaría ir al cine el próximo fin de semana, y aceptó.
Javier, ¿hizo lo correcto? Pues, en términos de conseguir una cita con una chica más, hizo lo necesario, pero si en realidad su intención era conocer mejor a Lily, más que seguro fracasó. Salir en pareja generalmente promueve pasar por alto lo que puede ser una amistad, para involucrarse en el romance demasiado pronto.
¿Has oído a alguien decir lo siguiente acerca de la posibilidad de salir con un viajo amigo?
—Él me invitó a salir, pero tengo miedo que si comenzáramos a salir en serio, arruinaría nuestra amistad.
En realidad, las personas que hacen declaraciones como esta, conscientemente o no, reconocen que las citas alientan las ilusiones románticas y desalientan la formación de una verdadera amistad. En una verdadera amistad no te sientes presionado al saber que te gusta la otra persona, o que tú le gustas a ella. Al estar con un amigo te sientes libre de ser tú mismo, y de participar en actividades juntos, sin pasar horas frente al espejo procurando verte perfecta.
El autor C.S. Lewis describe la amistad como dos personas que caminan una al lado de la otra y se dirigen hacia una meta común. Lo que los une son los intereses que tiene en común. Javier pasó por alto esta etapa de amistad, al invitar a Lily que compartiera con él una cita típica y poco prudente, porque llevarla al cine y luego a cenar enfatizaba su relación como pareja.
En una cita, la atracción romántica es a menudo la piedra angular de la relación. La premisa que se establece al salir en una cita es: Me atraes, por lo tanto vamos a conocernos. Si después de desarrollar una amistad, se desarrolla una atracción romántica, pues eso es beneficio adicional.
La intimidad sin compromiso es un agravio. Una relación fundamentada sólo en la atracción física y sobre sentimientos románticos, va a durar tanto como duren los sentimientos.
3. En la citas a menudo se confunde la relación física por amor
La intención de David y Ana nunca fue la de involucrarse románticamente en su primera cita. David no tenía «sólo una cosa en mente», y Ana no «esa ese clase de chica». Simplemente ocurrió lo que ocurrió. Habían ido juntos a un concierto, y luego se fueron a casa de Ana a ver un video. Durante la película, Ana hizo un chiste sobre los intentos de David de bailar durante el concierto. Él comenzó a hacerle cosquillas. La lucha juguetona entre ambos de pronto cesó, al hallarse mirándose a los ojos, mientras David se inclinada sobre ella en el piso de la sala. De besaron. Era como algo que habían visto en las películas. Se sentían tan bien.
Pudo haberse sentido bien, pero la prematura introducción del contacto físico a su relación añadió confusión. David y Ana en realidad no se conocían bien, pero de repente se sentían muy cerca el uno del otro. Al progresar su relación, mantenerse objetivo se hizo cada vez más difícil. Cada vez que intentaban evaluar los valores sobre los cuales descansaba su relación, inmediatamente venía a sus mentes la intimidad y la pasión presente en su relación física. «Es obvio que nos amamos», pensaba Ana. ¿Pero en verdad se amaban? Sólo porque dos labios se han tocado, no quiere decir que los corazones se han unido, y dos cuerpos que se atraen mutuamente no significa que dos individuos pueden convivir como pareja. Una relación física no es lo mismo que el amor.
Cuando consideramos que en nuestra cultura el «amor» y el «sexo» se consideran intercambiables, no nos debe sorprender la mayoría de los noviazgos modernos confunden la atracción y la intimidad sexual con el verdadero amor. Tristemente, muchos creyentes tienen este tipo de vínculos que refleja esta falsa manera de pensar.
Al examinar el progreso de la mayoría de las relaciones, podemos ver con claridad cómo es que la práctica de las citas y el noviazgo alientan esta sustitución. En primer lugar, como ya hemos dicho, este tipo de unión no siempre involucra un compromiso de por vida, por esta razón, muchas comienzan por la atracción física. La actitud fundamental es que los valores principales de una persona provienen de su apariencia física y su comportamiento durante la cita. Aun antes del primer beso, el aspecto físico y sensual ya ha tomado prioridad sobre la relación.
Segundo, a menudo la relación se dirige desenfrenadamente hacia la intimidad artificial. Debido a que este tipo de relación no requiere compromiso, las dos personas involucradas permiten que las necesidades y las pasiones del momento se vuelvan centrales. La pareja no se considera como posibles compañeros de por vida, o tampoco toman en cuenta las responsabilidades de un matrimonio. En vez de esto, se concentran en las demandas del momento, y es con este tipo de mentalidad que la relación física de la pareja puede fácilmente convertirse en el centro de atención.
Si un chico y una chica pasan por alto la etapa de la amistad, a menudo la lujuria se convierte en el interés que los une. Como resultado, la pareja juzga la seriedad de su relación basado en el nivel de la relación física. Dos personas que salen juntas anhelan sentir que son especial el uno para el otro, y pueden expresar esto concretamente a través de la intimidad física. Comienzan a distinguir su relación especial por medio de darse las manos, besarse y todo lo que le sigue. Es por esta razón que la mayoría de las personas creen que salir con alguien implica cierto nivel de participación física.
Centralizándose en el aspecto físico dentro de este tipo de vínculos, es simplemente pecado. Dios demanda pureza sexual, y lo hace por nuestro bien. Involucrarse con otra persona físicamente puede distorsionar la perspectiva que dos individuos deben tener el uno del otro y llevarlos a tomar decisiones poco sabias Dios también sabe que inevitablemente llevaremos con nosotros al matrimonio los recuerdos de las relaciones físicas pasadas. Él no desea que vivamos vidas llenas de culpa y remordimiento.
Relacionarse físicamente puede lograr que dos individuos se sientan muy cercanos el uno al otro. Pero, si muchas parejas evaluaran el enfoque en su relación, es probable que descubrirían que lo único que tienen en común es lo físico.
4. A menudo las citas aíslan a la pareja de otras relaciones vitales.
Durante el tiempo que Gabriel y Marta estuvieron saliendo, no tenían necesidad de nadie más. Gabriel no tuvo que pensarlo dos veces para dejar el estudio bíblico los miércoles por la noche, ya que esto significaba pasar más tiempo junto a Marta.
A Marta, por su lado, ni se le ocurría pensar en lo poco que hablaba con su hermana menor y con su mamá ahora que estaba saliendo con Gabriel. Tampoco se daba cuenta de que cuando hablaba con ellas, todas sus oraciones comenzaban con «Gabriel esto....» y «Gabriel dijo tal cosa....» Sin querer, ambos se habían desconectado de toda relación significativa.
Una cita amorosa, por definición propia, tiene que ver con dos personas que están centradas la una en la otra. Lamentablemente, en la mayoría de los casos el resto del mundo se desvanece en el fondo oscuro. Si en alguna ocasión te has sentido como un tercero que no pertenece al grupo, al salir con dos amigos que están de novios, sabes muy bien que lo que digo es cierto.
Cuando permitimos que una relación opaque todas las otras, hemos perdido toda perspectiva. Proverbios 15:22 dice: «Los pensamientos son frustrados donde no hay consejo; mas en la multitud de consejeros se afirman». Si las decisiones que tomamos respecto a la vida, están fundamentadas sólo en la influencia de una sola relación, es muy probable que nuestras decisiones sean deficientes.
Debido a que las citas amorosas tienen se centran en los planes de la pareja; los asuntos de mayor importancia relativos al matrimonio, la familia y la fe probablemente están en peligro.
En su libro titulado Pasión y pureza (Passion and Purity), Elizabeth Elliot afirma: «A menos que un hombre esté completamente preparado para pedirle a una mujer que sea su esposa, ¿qué derecho tiene él de reclamar su atención en forma exclusiva? A menos que a ella le hallan pedido casarse ¿por qué razón una mujer sensata le ha de prometer a un hombre toda su atención?» ¿Cuántas personas son las que, al terminar con una relación romántica, se dan cuenta de que sus lazos de amistad con otras personas han sufrido daños?
Cuando Gabriel y Marta decidieron terminar con su relación, se sorprendieron al encontrar que sus lazos de amistad con otros amigos estaban en tan mal estado. Ninguno de ellos había invertido tiempo o esfuerzo en mantener sus amistades, mientras se concentraban en su relación amorosa.
Toda la atención que a menudo se espera en las relaciones amorosas, posee la habilidad de robarle a la gente la pasión por servir en la iglesia y de aislarlos de aquellos amigos quienes más los aman, de los miembros de su familia que son quienes los conocen mejor que nadie, y más triste aun, de Dios mismo, cuya voluntad es más importante que cualquier interés romántico.
5. Las citas, en muchos de los casos, distraen a los jóvenes adultos de su responsabilidad principal que es prepararse para el futuro.
Una de las tendencias más tristes causadas por las citas amorosas es la manera en que los jóvenes se distraen y no desarrollan las habilidades y destrezas que Dios les ha dado. En lugar de capacitarse con el carácter, la educación y la experiencia necesaria para tener éxito en la vida, son muchos los que permiten ser consumidos por las necesidades que se enfatizan en las citas.
Cristóbal y Estefanía comenzaron a salir juntos cuando ambos tenían quince años. Nunca se involucraron físicamente, y cuando terminaron la dos años más tarde, el rompimiento fue amistoso. Entonces ¿cuál fue el daño hecho? En cierto sentido ninguno, ya que ninguno de los dos se involucró en problemas. Pero podemos comenzar a ver algunos problemas al examinar lo que ellos pudieron haber hecho, si no hubiesen estado involucrados en una relación. Mantener una relación requiere bastante tiempo y energía. Cristóbal y Estefanía pasaron incontables horas hablando, escribiendo, pensando y a menudo preocupándose por su relación. La energía que invirtieron fue robaba de otros intereses. En cuanto a Cristóbal se refiere, la relación le robaba el entusiasmo por su pasatiempo favorito que era la programación de computadoras, y su participación en el grupo musical de su iglesia. Y aunque Estefanía no culpaba a Cristóbal, ella sí rechazó varias oportunidades de ir en grupos misioneros a corto plazo, porque no quería separarse de él. Su relación les robó el tiempo que ambos pudieron estar utilizando para desarrollar destrezas y explorar nuevas oportunidades.
6. El noviazgo y la citas pueden resultar en desacuerdo con el regalo de Dios 
de la soltería.
Dios nos da la soltería, una etapa en nuestras vidas, inigualable en oportunidades sin fronteras para poder crecer, aprender y servir, y sin embargo, lo consideramos como la oportunidad para estar entretenidos en el juego de encontrar y conservar novios y novias. Pero lo realmente hermoso de estar soltero no lo encontramos en correr tras el romance con todas las personas que nos sea posible; sino que lo hallamos al usar nuestra libertad para servir a Dios con total entrega.
La citas y el noviazgo a corto plazo producen insatisfacción simplemente porque alientan el mal uso de esta libertad. Dios ha colocado en la mayoría de los hombres y de las mujeres el deseo de casarse. Y a pesar de que no pecamos al pensar en el matrimonio, sí somos culpables de la mala mayordomía de nuestra soltería. Podemos ser hallados culpables al permitir que el deseo por algo que Dios obviamente no quiere aún para nosotros, nos robe la habilidad de gozar y apreciar lo que Él ya nos ha dado. Las citas representan el papel de fomentar esta insatisfacción, porque provee a los solteros la suficiente intimidad como para dejarlos deseando poder tener más. En lugar de disfrutar de las cualidades únicas de la soltería, el noviazgo a corto plazo y las citas enfatizan aquello que los jóvenes aún no tienen.
7. Las citas crean un ambiente artificial para la evaluación del carácter 
de la otra persona.
Los jóvenes que sinceramente desean descubrir si alguien está apto para el matrimonio, deben comprender que la manera en que generalmente se llevan a cabo las citas son un impedimento para este proceso. Este tipo de salidas crean un ambiente artificial en el cual dos personas se han de conocer y como resultado, podrán fácilmente proyectar una imagen igualmente artificial.
Las citas crean un ambiente artificial en el cual no es necesario que la persona manifieste claramente sus características positivas y negativas. Durante una cita, cualquier individuo puede cautivar el corazón de la persona con quien ha salido. Ser encantador en una cita nada dice sobre su carácter o su habilidad para llegar a ser un buen esposo o esposa.
Parte de la razón por la cual las citas son divertidas, es porque nos provee de un descanso de lo que es la vida real. Pero dos personas que estén considerando seriamente la posibilidad de casarse, necesitan estar seguros de no relacionarse sólo con el aspecto divertido y romántico del noviazgo. Su prioridad no debe ser alejarse de la vida real; ¡van a necesitar una fuerte dosis de realidad objetiva! Necesitan conocerse el uno al otro en el ambiente real compuesto por amigos y familiares.
Ambos necesitan verse sirviendo y trabajando. ¿Cómo se relaciona él con las personas que lo conocen mejor? ¿Cómo reacciona ella cuando las cosas no funcionan a la perfección? Al considerar quién será nuestro futuro compañero, necesitamos encontrarle respuesta a este tipo de preguntas, que no serán contestadas durante ni por medio de las citas.
Los viejos hábitos no mueren con facilidad
Los siete hábitos de las citas amorosas que no son saludables revelan que no podemos arreglar muchos de los problemas que se nos presentan en las citas y en los noviazgos a corto plazo, con reorganizar el sistema. Yo creo que en las salidas existen tendencias peligrosas, las cuales no desaparecerán sólo por el hecho de que un cristiano es quien la maneje. También aquellos cristianos que pueden evitar los abismos del sexo premarital y los rompimientos traumáticos, con frecuencia consumen mucha energía luchando contra la tentación.
Pienso que por demasiado tiempo nos hemos enfrentado al tema de las relaciones usando la mentalidad y los valores del mundo. No perdamos más tiempo luchando contra el carrito descontrolado. Es hora de adoptar una nueva actitud y una nueva práctica.

SALMO 24

29 noviembre 2017

Los Salmos

Capítulo 24

24:1 De Jehová es la tierra y su plenitud;
El mundo, y los que en él habitan.
24:2 Porque él la fundó sobre los mares,
Y la afirmó sobre los ríos.
24:3 ¿Quién subirá al monte de Jehová?
¿Y quién estará en su lugar santo?
24:4 El limpio de manos y puro de corazón;
El que no ha elevado su alma a cosas vanas,
Ni jurado con engaño.
24:5 El recibirá bendición de Jehová,
Y justicia del Dios de salvación.
24:6 Tal es la generación de los que le buscan,
De los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob. Selah
24:7 Alzad, oh puertas, vuestras cabezas,
Y alzaos vosotras, puertas eternas,
Y entrará el Rey de gloria.
24:8 ¿Quién es este Rey de gloria?
Jehová el fuerte y valiente,
Jehová el poderoso en batalla.
24:9 Alzad, oh puertas, vuestras cabezas,
Y alzaos vosotras, puertas eternas,
Y entrará el Rey de gloria.
24:10 ¿Quién es este Rey de gloria?
Jehová de los ejércitos,
El es el Rey de la gloria. Selah




Isaías 44:2

16 noviembre 2017

Yo soy Dios, tu creador; yo te formé desde antes que nacieras, y vengo en tu ayuda. 

»No tengas miedo, querido pueblo mío, tú eres mi fiel servidor, tú eres mi elegido.


EL VERDADERO ARREPENTIMIENTO.

Pregunta: "¿Qué es el arrepentimiento y es éste necesario para la salvación?"

Respuesta: 
Muchos entienden el término “arrepentimiento” como “volverse del pecado”. Esta no es la definición bíblica del arrepentimiento. En la Biblia, la palabra “arrepentirse” significa “cambiar tu mente.” La Biblia también nos dice que el verdadero arrepentimiento tendrá como resultado un cambio de conducta (Lucas 3:8-14Hechos 3:19). Hechos 26:20 declara, “sino que anuncié......, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento.” La total definición bíblica del arrepentimiento, es cambiar de mentalidad, mismo que resulta en un cambio de acciones y actitudes.

¿Cuál es entonces la conexión entre el arrepentimiento y la salvación? El Libro de Los Hechos parece enfocarse especialmente en el arrepentimiento con respecto a la salvación. (Hechos 2:383:1911:1817:30;20:2126:20). El arrepentimiento, relacionado con la salvación, es cambiar tu parecer respecto a Jesucristo. En el sermón de Pedro en el día de Pentecostés (Hechos capítulo 2), él concluye con un llamado a la gente a arrepentirse (Hechos 2:38). ¿Arrepentirse de qué? Pedro está llamando a la gente que rechazaba a Jesús (Hechos 2:36), para que cambiaran su idea acerca de Él, que reconocieran que Él es verdaderamente “Señor y Cristo” (Hechos 2:36). Pedro está exhortando a la gente a cambiar su mentalidad del rechazo a Cristo como el Mesías, a la fe en Él como Mesías y Salvador. 

El arrepentimiento y la fe pueden ser entendidos como “dos lados de la misma moneda.” Es imposible poner tu fe en Jesucristo como el Salvador, sin primeramente cambiar tu mentalidad acerca de quién es Él, y lo que Él ha hecho. Ya sea el arrepentirse de un rechazo obstinado, o arrepentirse de ignorancia y desinterés – es un cambio de mentalidad. El arrepentimiento bíblico, en relación con la salvación, es cambiar tu mentalidad del rechazo a Cristo a la fe en Cristo. 

Es crucialmente importante que entendamos que el arrepentimiento no es una obra que hagamos para ganar la salvación. Nadie puede arrepentirse y venir a Dios, a menos que Dios atraiga a esa persona hacia Él (Juan 6:44). Hechos 5:31 y 11:17 indican que el arrepentimiento es algo que da Dios – sólo es posible por Su gracia. Nadie puede arrepentirse a menos que Dios le conceda el arrepentimiento. Toda la salvación, incluyendo el arrepentimiento y la fe, es el resultado de Dios acercándonos, abriendo nuestros ojos, y cambiando nuestros corazones. La paciencia de Dios nos conduce al arrepentimiento (2 Pedro 3:9), como lo hace Su bondad (Romanos 2:4).

Mientras que el arrepentimiento no es una obra que gana la salvación, el arrepentimiento para salvación da como resultado las obras. Es imposible verdadera y totalmente cambiar tu mentalidad sin que esto cause un cambio en tus actos. En la Biblia, el arrepentimiento resulta en un cambio de conducta. Esto es por lo que Juan el Bautista exhortaba a la gente con estas palabras, “Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento.” (Mateo 3:8). Una persona que verdaderamente se ha arrepentido de rechazar a Cristo y a la fe en Cristo, lo hará evidente por un cambio en su vida (2 Corintios 5:17Gálatas 5:19-23Santiago 2:14-26). El arrepentimiento, propiamente definido, es necesario para la salvación. El arrepentimiento bíblico es cambiar tu parecer acerca de Jesucristo y volverte a Dios en fe para salvación (Hechos 3:19). Volverse del pecado no es la definición del arrepentimiento, pero es uno de los resultados de la fe genuina basada en el arrepentimiento respecto al Señor Jesucristo.
Fuente: Got Questions.org!